Según me he levantado esta mañana he puesto la televisión mientras me tomaba un café y después de hacer un pase de canales rápido he optado por escuchar la entrevista del padre de Mari Luz. Un hombre que desde que desapareció su pequeña ha mostrado una entereza sorprendente y un saber estar y hablar de lo más ejemplar. Sin embargo, hoy su cara mostraba fuertes signos de un ser vencido y, la verdad, no es para menos después del último mazazo que le ha dado, en esta ocasión, la justicia.
Y es que en pocos meses, este hombre y toda su familia han tenido que sufrir la desaparición de una niña, su posterior y desgraciado hallazgo y, ahora, tienen que soportar como el juez que no dictó a tiempo la orden de arresto del asesino de su hija por un crimen cometido con anterioridad, sólo pagará su error con una mísera multa de 1.502 euros.
Juan José Cortés habla de indignación, un sentimiento que nos debería afectar a todos tras comprobar como la práctica de un trabajo mal hecho por la justicia sólo se castiga con una pena económica casí más baja que muchas multas de tráfico.
Esta sentencia, que por supuesto ha sido recurrida, puede significar para los no entendendidos en materia de Derecho como una fuerte y desvergonzada protección corporativista entre los jueces. Unos profesionales con gran responsabilidad ante la ciudadanía, que pese a que no son responsables de los crímines que se comenten, sí que lo son de castigar como se merece a los criminales y si no se actúa con tal minuciosidad, por desgracia, se pueden convertir en parte culpable del crimen ante la opinión pública.
Supongo que con casos como este se muestra la necesidad de revisar la legislación del Consejo General del Poder Judicial para que a la vez de salvaguardar los derechos de los magistrados, exista mayor transperecian y "justicia" para hacer que paguen sus errores, ya que desgraciadamente suelen tener mucha más relevancia que en otras profesiones.
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Hace 11 años
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